Chris Killip os ha dejado en el Reina una pequeña muestra de Occidente sin cortar.
Obvio admirador de Walker Evans y, por tanto, amante de fábricas y ambientes miserables que le den buena materia prima en términos sociales y tenebristas, Killip dispara directo a los perfiles eternos. A los viejos mitos y a la tragedia contemporánea.
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