lunes, 20 de junio de 2016

In vitro


No es la primera vez que me cuestiono sobre la responsabilidad del investigador y los abismos que a veces abrimos entre lo que escribimos y lo que hacemos. Cómo herimos de muerte a la ciencia, peor aún: cómo nos herimos a nosotros mismos diciendo una cosa y haciendo la otra. Por ejemplo, ¿cómo puedo yo criticar desde la moral las plantaciones en Cuba cuando mis zapatillas las han hecho esclavos del sudeste asiático? ¿Por qué un catedrático baboso puede aleccionar en sus clases sobre teoría de género y luego comportarse como un cerdo ignorante en la cafetería? ¿Por qué estudiamos las cosas in vitro y no somos capaces de incorporar esos pequeños logros a la comunidad que nos rodea? ¿Es el sistema el que no nos lo permite, o somos nosotros mismos? ¿Mejoraría o empeoraría la investigación?...y, lo más importante: si no somos coherentes con el discurso que promulgamos,  ¿qué alternativa nos queda? 

jueves, 9 de junio de 2016

Autocensura

¿Por qué tengo qué dedicar parte de mi trabajo a redactar estas mierdas? Y lo peor...¿por que siempre acabo ejerciendo la autocensura para no verme aún más perjudicada? Esto va acabar pronto. Concretamente en julio. Un aperitivo de la realidad académica para todo aquel que siga creyendo en la universidad española. Besis.


¡Hola! 

La verdad es que siendo inteligentes es mejor que no comentes nada sobre este tema, total, no lo compartimos todos los participantes y si nos se explica bien puede dar lugar a malos entendidos. 

El caso es que A. y yo comentamos que los catedráticos, especialmente C. M., habían tenido ciertas actitudes paternalistas y sexistas hacia el trabajo de las mujeres, comentando poco o nada los trabajos de las doctorandas y haciendo comentarios machistas en el almuerzo (yo en el primero no estuve).

Lo dicho, son cosas muy sutiles que es difícil denunciar, sólo quería dejar constancia entre los compañeros de que esto ocurrió, y que basta ya de invisibilizarlo, pero puedes excluirlo de la carta. 

Muchas gracias y un abrazo bien fuerte, 

Ana