miércoles, 11 de enero de 2017

[SPOILER ALERT] Poesía y burocracia, al filo de los treinta



La primera vez que me enamoré casi me caigo de culo. Supongo que como casi todo el mundo. De eso hace ya más de diez años, pero aquella plataforma oceánica que se formó una vez enfriado el volcán de sudor en los garitos y tiriteras haciendo el amor en cualquier parte, esa placa tectónica gigantesca, constituye todavía hoy uno de los accidentes más significativos de mi geografía emocional. Y les diré por qué: ninguno de los dos buscaba nada. No había intención ulterior, no queríamos demostrar nada a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Sólo éramos. Y éramos juntos. Con todo el caos emocional que generamos, a veces incluso fagocitando a terceras personas en nuestra espiral descendente, teníamos en nuestras manos algo verdaderamente bello: poesía sin cortar, desconcertantemente pura, una mierda que pegaba muy muy fuerte. 

Poesía, en griego: "creación por pérdida".  Y poesía fue, no lo duden. Yo es que vivo de las citas, voy cosiendo mi discurso con pedacitos muy pequeños de autores muy muy grandes. Y ahora, cuando miro atrás y reflexiono sobre la naturaleza del amor, me sale al paso Jacques Derrida, ¡qué le voy a hacer!

3 de junio de 1977

y cuando te llamo amor mío, amor mío, ¿te lo llamo a ti o al amor mío? Tú, amor mío, ¿acaso es a ti a quien me dirijo? No sé si la pregunta está bien formulada, me da miedo. pero estoy seguro de que la respuesta,si ha de llegarme algún día, vendrá de ti. Sólo tú, amor mío, sólo tú habrás sabido. 

Es decir, y aún a riesgo de ser confundida con Sarah Jessica en algún capítulo antiguo de Sexo en Nueva York, me planto delante del ordenador y me pregunto: ¿Qué es, realmente, el amor? De forma genérica, digo. El amor en pareja, sí, pero también como expresión espiritual, como la forma en la que ejercemos nuestro trabajo, nos relacionamos con los semejantes, etc, etc...¿ese amor, qué coño es? Les diré lo que no es: ego, capitalismo emocional, medio de un fin ulterior, plataforma, dispositivo. 

Y entonces me doy cuenta de que todo se reduce a lo mismo en mi vida. Todas las batallas que he librado, todas las victorias, las pocas cosas importantes que he hecho estos 29 años con noventa y nueve céntimos giran en torno a la eterna pugna entre Poesía y Burocracia, sea de la escala que sea. Siempre luchando por atraer mucha poesía rica y pasar por los episodios burocráticos los más rápido posible. Así ha sido. Con una tasa de éxito relativamente alta. Y gracias a los amigos de Piedra Papel Libros, quizá pronto puedan ustedes ver algunas de esas reflexiones editadas. 

Le robo una cita de clausura a Heidegger, por no faltar a las buenas costumbres. 


Poetizar es por ello enteramente inofensivo. E igualmente ineficaz. No tiene nada de al acción que inmediatamente se inserta en la realidad y la transforma. La poesía es como un sueño, pero sin ninguna realidad, un juego de palabras sin lo serio de la acción. La poesía es inofensiva e ineficaz. 

[...] 

La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento y diversión. La poesía es el fundamento que soporta la historia. Que nuestra existencia sea en el fondo poética no puede, en fin, significar que sea propiamente un juego inofensivo. 

[...] 

La esencia de la poesía es la instauración de la verdad