viernes, 22 de abril de 2016

"Them humans do this all the time"


La Casa Encendida lleva una racha imbatible en lo que a exposiciones se refiere. Este finde termina Priority Innfield  (Lizzie Fitch y Ryan Trecartin). Una ecuación de sobredosis y fragmentación de lenguaje, alienación, nuevas tecnologías, banalidad y desasosiego. Y con esto podríamos estar nombrando el 80% de la producción artística actual. Pero siempre hay un primero en cada clase, y os juro que pagaría por meterme en la piel del vigilante de seguridad que está en la sala de Junior War y ver caer derrotados a todos y cada uno de los espectadores. Un espejo perturbadoramente verídico, muy voraz, un peta zetas de realidad tan atlético como una buena ostia en toda la puta cara.   

domingo, 17 de abril de 2016

Referencias, reverencias o Buddha y la academia (bonus track)



A careless person, 
Quoting much of the scriptural text 
but not living it
Cannot share the abundance of the holy life, 
Just as the cowherd, counting other people's 
cattle, 
Cannot taste the milk or ghee. 




The Dhammapada, verso 19. 

miércoles, 13 de abril de 2016

Recuperar el mercado

Les Halles

En el principio sólo estaba el Mercado. Una fuerza magna, centrípeta y centrífuga, agujero negro de lo humano y lo divino, lugar donde encontrar sustento para el alma y para el cuerpo. Ahora bien, aquellos centros de gravedad previos al siglo XIX, entendían el comercio y el ocio como dos elementos complementarios pero nítidamente excluyentes. 

Antiguo Mercado de la Cebada

Las turbulencias previas a la cultura del mall comienzan cuando el acto de comprar -elementos exclusivos, vistosos, teatralmente dispuestos en los estantes del mercado o de los conocidos pasajes de Benjamin- se promociona como acto de ocio en sí mismo. Esto dio paso a una nueva era que, finalmente, encontró insuficiente el espacio del mercado tradicional y se diseminó en boutiques, galerías y, finalmente, centros comerciales. El mercado quedó como algo cutre, algo que a Félix de Azúa no le gustaría, en fin, un despropósito. 

Souvenirs de Luminaria (Mercado de Usera) 

Contra la corriente de gentrificación dominante de mercaditos diseñados como casas de muñecas, escenografías pintorescas de un tiempo pasado nunca conocido, todavía nos queda la ilusión de proyectos como Luminaria, con sede en el Mercado de Usera (Madrid).  


Viviana B. Troya para Luminaria (Mercado de Usera) 

Un rayo de luz esperanzador que interactua con las luces de neón y las tripas de vaca, las potencia incluso, les da una nueva dimensión sin extirparles ni una pizca de su esencia. 


Escuela de Danza Terpicore para Luminaria (Mercado de Usera)

El poder gregario del mercado vuelve a conjugar comunidad y expresión de cultura en varios proyectos a lo largo y ancho de la Península. El año pasado Ángel Rodríguez presentaba su última obra en un puesto de frutas del mercado de abastos de Jaén, foro que también ha acogido propuestas menos púdicas como las que presentaba hace unos meses Marc Montejano. 


Presentación del poeta Ángel Rodríguez  (Mercado de Abastos de Jaén)

Chair, de Marc Montejano (Mercado de Abastos de Jaén) 

domingo, 10 de abril de 2016

endogénesis


¡Lo bonito que es el Arte cuando no lo puede explicar uno! ¡Ni le da la puta gana! 


Cuando va a El Escorial  a ver tapices de El Bosco y -como niño que por primera vez reconoce la forma del cerebro en el interior de una nuez- descubre sorprendido una estampa japonesa labrada por los delicados hilos de Flandes.  


Las firmes líneas de luz en el horizonte, en el mar,  ese azul que se diluye ... ¡Qué bonito! 


miércoles, 6 de abril de 2016

Humanidades y Capitalismo: una historia de amor




¿Por qué nos pone tanto Foucault a los humanistas? ¿Por qué sigue siendo el big daddy hoy en día, tantos mayos después del 68? 

Porque Michel, quiero pensar que desde la más absoluta inocencia, abrió la posibilidad de la explotación científica en el campo de las Humanidades, esto es, el dinero, la pasta, la guita. 

The  C.A.S.H, bro!

Desde una estructura capitalista que sutilmente le había calado hasta el tuétano, rechazó el discurso por el discurso, que se consumía en sí mismo, y aplicó disciplinas hasta entonces restringidas al ámbito del progreso con el fin, le he leído ya en varios ensayos, de incrementar la agencia del historiador sobre la Historia, de r e n t a b i l i z a r su labor, de buscarle utilidad

Esto que -como el liberalismo, los chupitos de jagger, o las propuestas "políticas" de Pablo Iglesias- en principio puede parecer una buenísima idea, entraña una herida de muerte a la quintaesencia de las Humanidades: tratar de entender al ser humano, sabiendo de antemano que nadie ha tenido nunca ni tendrá ni puta idea de lo que somos, de dónde venimos y, mucho menos, a dónde vamos. 

Ni te cuento cómo ha evolucionado la historia.


Esta entrada es de Chete, por la inspiración diaria


domingo, 3 de abril de 2016

De la mujer y la casa, penútima entrega.


Esta historia comienza, como tantas otras en nuestra telaraña occidental, con una virgen. Dorothy Gale, o la Santa Madre de Dios bajo la advocación de Loreto. Tanto me da que me da lo mismo. 


Y ojito al mensaje, ojito. No al que redacta el fraile para justificar el saqueo de Tierra Santa por los cruzados, ni siquiera el de un puñado de guionistas yankees expectantes de una II Guerra Mundial en el vertedero moral de Hollywood (ya teníamos la Virgen, nos faltaba la Guerra, porque siempre hay una guerra en estos cuentos, no les quepa la menor duda). No, no. Hablo más bien de lo que ha quedado para los restos y ha perpetuado visualmente la falacia biológica de la que, en mayor o menor grado, llevamos siendo víctimas las mujeres desde que estaban pasando la Biblia a limpio, si no antes. 


Esa iconografía de que la mujer es el alma de la casa, el hogar que decían los latinos. Que la casa no se entiende sin mujer y que, como en estos casos, es ella la que pertenece al inmueble, y no al revés. La mujer es el motor de la vivienda porque sin ella no se explica, pierde su esencia más primaria, pero a la vez es esclava de la misma.  Y si a la casa se le pone en el coño volar miles de kilómetros a Loreto o al arcoiris de Oz o vaya usted a saber dónde, la mujer se jode y viaja de equipaje de mano. Punto en boca.