Les Halles
En el principio sólo estaba el Mercado. Una fuerza magna, centrípeta y centrífuga, agujero negro de lo humano y lo divino, lugar donde encontrar sustento para el alma y para el cuerpo. Ahora bien, aquellos centros de gravedad previos al siglo XIX, entendían el comercio y el ocio como dos elementos complementarios pero nítidamente excluyentes.
Antiguo Mercado de la Cebada
Las turbulencias previas a la cultura del mall comienzan cuando el acto de comprar -elementos exclusivos, vistosos, teatralmente dispuestos en los estantes del mercado o de los conocidos pasajes de Benjamin- se promociona como acto de ocio en sí mismo. Esto dio paso a una nueva era que, finalmente, encontró insuficiente el espacio del mercado tradicional y se diseminó en boutiques, galerías y, finalmente, centros comerciales. El mercado quedó como algo cutre, algo que a Félix de Azúa no le gustaría, en fin, un despropósito.
Souvenirs de Luminaria (Mercado de Usera)
Contra la corriente de gentrificación dominante de mercaditos diseñados como casas de muñecas, escenografías pintorescas de un tiempo pasado nunca conocido, todavía nos queda la ilusión de proyectos como Luminaria, con sede en el Mercado de Usera (Madrid).
Viviana B. Troya para Luminaria (Mercado de Usera)
Un rayo de luz esperanzador que interactua con las luces de neón y las tripas de vaca, las potencia incluso, les da una nueva dimensión sin extirparles ni una pizca de su esencia.
Escuela de Danza Terpicore para Luminaria (Mercado de Usera)
Presentación del poeta Ángel Rodríguez (Mercado de Abastos de Jaén)
Chair, de Marc Montejano (Mercado de Abastos de Jaén)
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