miércoles, 17 de febrero de 2016

Referencias, reverencias o Ana Amigo y la academia





Para concluir, me gustaría invitar a una reflexión desde mi experiencia personal. No es ninguna novedad que la Universidad y el medio académico atraviesan tiempos difíciles, pero considero que a veces nos centramos más en el sistema externo y no prestamos atención al malestar sistémico que encontramos en los departamentos y grupos de trabajo. La situación de permanente lucha, el entorno de desconfianza, los circuitos cerrados de ego… afectan directamente  a la calidad de la producción científica. Es verdad que, como dijera George Bataille, la censura económica nos sitúa en una posición humillante, pero se debiera hacer un esfuerzo por propiciar una comunidad científica más responsable, menos agresiva y, en definitiva, cuya calidad humana estuviese a la altura de los trofeos que tanto ostenta. 


[Tomado de la ponencia para el I Seminario de Doctorado del Departamento de Arte II (mayo 2015)]



lunes, 15 de febrero de 2016

Susana y los viejos



Qué duda cabe de que Paolo Sorrentino siente debilidad por los debates clásicos de nuestra genética cultural. Viejos topos que no nos quitamos ni con agua caliente, tan antiguos como la certeza de que nunca lograremos resolverlos. Tampoco Susana fue novedad en su día, seguidora de Diana y todos aquéllos que perpetraron su prístina zona de confort. En el caso de Sorrentino me gusta Miss Universo porque invierte la fragilidad femenina. No la invierte, no, la dinamita. Y con una fórmula tan simple como eficaz.  Como todo bombón contemporáneo, la sobre-exposición refleja en esta Susana una censura invertida del desnudo, una calamidad contemporánea de la que toda mujer (blanca, rica y occidental) es objeto, pero con un punto irónico y de autoaceptación que dará quebraderos de cabeza a las más puras y feministas. 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Referencias, reverencias o Hegel y la academia (dialéctica del amo y el becario)





El hombre puede desear una cosa, pero si la desea la desea humanamente: la desea si otro hombre la desea. Impongo mi deseo al de este y lo obligo a reconocerme en mi superioridad y a reconocer mi derecho a la cosa. No habría –y aquí reside la agudeza de este análisis– un deseo inmediato de la cosa. El hombre no desea una cosa de modo inmediato, como el animal, sino mediato. La desea porque otro la desea y la desea para imponerse a este otro y hacerse reconocer por él. Ahora bien, si desea la cosa para lograr que el otro, sometiéndose, deje de desearla y se la entregue desistiendo de ella, vemos que eso que en verdad desea sigue siendo el deseo, el reconocimiento del otro. 

¿Cómo es esta lucha por el reconocimiento?