lunes, 15 de febrero de 2016

Susana y los viejos



Qué duda cabe de que Paolo Sorrentino siente debilidad por los debates clásicos de nuestra genética cultural. Viejos topos que no nos quitamos ni con agua caliente, tan antiguos como la certeza de que nunca lograremos resolverlos. Tampoco Susana fue novedad en su día, seguidora de Diana y todos aquéllos que perpetraron su prístina zona de confort. En el caso de Sorrentino me gusta Miss Universo porque invierte la fragilidad femenina. No la invierte, no, la dinamita. Y con una fórmula tan simple como eficaz.  Como todo bombón contemporáneo, la sobre-exposición refleja en esta Susana una censura invertida del desnudo, una calamidad contemporánea de la que toda mujer (blanca, rica y occidental) es objeto, pero con un punto irónico y de autoaceptación que dará quebraderos de cabeza a las más puras y feministas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario