lunes, 20 de junio de 2016

In vitro


No es la primera vez que me cuestiono sobre la responsabilidad del investigador y los abismos que a veces abrimos entre lo que escribimos y lo que hacemos. Cómo herimos de muerte a la ciencia, peor aún: cómo nos herimos a nosotros mismos diciendo una cosa y haciendo la otra. Por ejemplo, ¿cómo puedo yo criticar desde la moral las plantaciones en Cuba cuando mis zapatillas las han hecho esclavos del sudeste asiático? ¿Por qué un catedrático baboso puede aleccionar en sus clases sobre teoría de género y luego comportarse como un cerdo ignorante en la cafetería? ¿Por qué estudiamos las cosas in vitro y no somos capaces de incorporar esos pequeños logros a la comunidad que nos rodea? ¿Es el sistema el que no nos lo permite, o somos nosotros mismos? ¿Mejoraría o empeoraría la investigación?...y, lo más importante: si no somos coherentes con el discurso que promulgamos,  ¿qué alternativa nos queda? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario