No es casualidad que escuchando la Gymnopédie no. 1 de Satie me haya acordado de los diamantes de Rihanna. Y de sus perlas de Chanel. Hagan la prueba.
Que no es broma. Más me jode a mí tirar siempre de una chica que ni me va ni me viene. Pero es que sus productores y directores de arte, con tanta experiencia aristotélica de los sentidos (agua, caballos y hasta auroras boreales) y tanta evanescencia lacónica, amén de los lánguidos arreglos tonales , se han puesto muy finiseculares. Y yo lo celebro.
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