sábado, 25 de julio de 2015

Santa Casilda&Santa Isabel: una de cal y otra de Tita.



Podría decirse que he frecuentado bastante el Thyssen esta semana. Al menos más de lo que tengo por costumbre. Same old story:  una colección permanente(mente) desolada, tacones altos, selfies, aire acondicionado a todo trapo y magníficas camisetas en la tienda de regalos. 

¿Qué pasa en un país que carece de "cultura de cultura"? Pasa un Zurbarán desdibujado, sobre fondo mostaza e iluminación peor que la de los baños del Nasty. Pasa que está muy bien que traigan piezas de instituciones prestigiosas y colecciones privadas, pero hilánoslas un poco, Tita. El siglo XVII te aburre, queda claro, pero o lo haces bien o no lo hagas.

Menos mal -y jamás pensé que me encontraría escribiendo lo que sigue- que lo de Vogue te ha quedado divinamente. Espera uno encontrar supermodelos y publicidad a granel, y se topa con un puñado de excelentes fotografías de moda. No sé cómo ha ocurrido este milagro, pero lo celebro mucho y espero que se repita. Sólo te falta bajar un poco las tarifas a ver si eres capaz de llenar también lo que te dejó el barón. Sé que es mucho pedir, pero por pedir que no quede.



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