miércoles, 11 de marzo de 2015

Esto es una reseña sobre Birdman



Una boca abierta más. Otro intento de abstraer del laberinto de moqueta alguno de los infinitos poemas que Alejandro González arremolina sin piedad en los pasillos de Broadway. 

De pequeña, mi padre me narraba pasajes de la Odisea para dormir (tan snob como verídico). Prácticamente todas las noches de mi infancia caí rendida escuchando hablar de las sirenas y de Ulises. A veces le suplicaba que me contase otro cuento, cualquier otro, daba igual. Y siempre respondía lo mismo: "Pero Ana, esta es la historia. El resto todo son versiones".  Obras como Birdman  me reafirman en esta idea. Olvídense de cualquier Ícaro anterior y prepárense para ver una buena película.

 Las obras maestras no son de fiar. La mediocridad nos asedia lo mismo hoy que en la época de Homero. Pero una buena película, una buena historia, le devuelve a uno la dignidad. Le despierta el temor de saberse mortal y querer comerse el mundo.  


(golpe de platillo)


No hay comentarios:

Publicar un comentario