Tengo la suerte de vivir en una casa donde se conservan muchos Jorge Diezma (Madrid, 1973) . Hay uno en mi cuarto, están el cisne y el pescado del salón, los gatos grandes de Tere, que a todo el mundo dan miedo al principio...eso sin contar los bocetos y estudios que apilamos en el trastero junto con los adornos de Navidad y la tabla de planchar que nunca usamos -algún día lamentaremos esto, decimos siempre-.
De esta guisa casera nos fuimos a ver el Gran Bodegón con Trompa (óleo sobre lienzo, 460x210 cm) al palacio de Santa Bárbara, y nos quedamos con dos cosas. La primera, que Jorge es un crack, lo cuelgues donde lo cuelgues, y mucho más en este formato -aquí habla mi obsesión barroca por todos conocida-. Sin embargo, nos llamó más la atención la generalizada tolerancia por esta especie de, vamos a denominarlo, "reunión de talentos mediocres", orquestada bajo el título de Casa Leibniz. Con el debido respeto, voy a salvar el diseño del cartel, las palabras de Estrellita (y porque es quien es) y la trompa de Jorge. Chovinismos a parte, estos experimentos para que los padres malasañeros saquen a sus mascotas y/o hijos a pasear el domingo no se montan para hacernos al resto perder el tiempo. Quiero decir, todos sabemos que ni los niños ni los padres ni, en el 90% de los casos, nosotros mismos nos estamos fijando en lo que hay expuesto, pero vamos a ver si intentamos llegar a unos mínimos.
No?
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