miércoles, 11 de mayo de 2016

Yo la primera








Esos listillos que se sienten amenazados por la cultura mainstream, como las mariconas atrincheradas en el armario que acaban babeando comentarios misóginos y escandalosamente homófobos para dejar las fronteras bien claritas. No vaya a ser que quepa la duda.  Qué miedito da encontrarse con Sálvame "zappeando"y sentirse identificado hasta en el tuétano. Qué miedito.

Que si el arte ha muerto, que si ya está todo hecho, que si me duelen los juanetes. Muy miserable hay que ser para llegar a semejante conclusión. Cal viva en el alma. Esterilidad nuclear. Pues esos, esos digo. Los que se creen con derecho a decir si algo está bien o mal, embruteciendo al hombre,   arrastrándondolo espiritualmente a la prehistoria, a la moralina ilustrada, a nuestra vieja sangre de vasallos. En definitiva, entrando de cabeza y sin manguitos en el bucle capitalista que tanto condenan con su lenguaje de mierda.

Porque esa es otra, que estoy muy hasta el coño del lenguaje. Por culpa del lenguaje, gente como Pablo Iglesias llega lejos, y se considera inteligente. Cicerón hoy se daría contra la pared el pobre hombre, y no me extraña. Hubo un tiempo en que la retórica expandía el lenguaje, lo potenciaba, lo hacía volar por los aires (en el sentido lúdico y nunca destructivo de la expresión). Hoy parece que lo constriña, lo estandarice y le de las mejores puestos en la cadena alimenticia a aquél que sepa hablar medianamente bien. Y ojo, que el lenguaje es sólo reflejo del pensamiento, y no necesariamente pensamiento en sí mismo. Un dato importante. Mucho ruido y muy poquitas nueces. Just saying. 

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