jueves, 29 de diciembre de 2016

Cerebro y sensibilidad


La sabiduría no depende solamente del cerebro frontal. La verdadera sabiduría nace del tálamo y del hipotálamo. La sabiduría es fuerte cuando estos cerebros son fuertes. Cuando se leen muchas obras filosóficas, únicamente trabaja el cerebro intelectual mientras que el cerebro primitivo se debilita. De este modo nace un desequilibrio entre los dos, en algunos casos productor de cansancio, de neurosis o de locura. La memoria se debilita cada vez más y se fatiga, aunque el cerebro frontal esté bien desarrollado por la lectura de libros, hasta desaparecer con la vejez. 

Las cosas se graban en el cerebro a través del hipotálamo. Únicamente la esencia de las cosas permanece en el subconsciente y durante el zazen surge a la superficie. Las cosas que han impresionado fuertemente a mi cuerpo (no se trata de pensamientos sexuales) vuelven a surgir gracias al zazen. Los sutras, las conferencias de mi Maestro, todas las cosas importantes han marcado mi tálamo y no mi memoria.

Sin embargo, en mi época de estudiante sufrí mucho intentando almacenar saber y más saber para aprobar los exámenes. Pero lo he olvidado todo. 

Durante el zazen, cuando hablo, las palabras penetran en vuestro tálamo y se convierten en semillas que brotarán dentro de cinco, de diez o de veinte años y se convertirán en sabiduría. 

Esta es la psicología más elevada. 




A Carmen, porque su valentía no conoce límites ni en el dolor más extremo. 

 A Cris, por presentarme al maestro Deshimaru.

Y a todos aquéllos que, como ellas, habéis sembrado las partes más recónditas de mi cerebro. 



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