Abandono por el momento la serie quejumbrosa contra la academia -ya hemos llorado bastante- y retomo el género vertebrador del blog para esta entrada. A saber: la concatenación de imágenes parecidas, la polución mental breve, una minúscula chorrada estética. Y peco, como siempre, de exceso psicoanalítico y de algún coletazo de Bataille. Lo anuncio ya para evitar reclamaciones.
He aquí la bañera como una madre gorda y fértil, acuática, en cuya placenta ocurren los sucesos más transcendentales.
La seducción como principio de vida, pero también la muerte. Como siempre, hago hincapié en el origen perfectamente documentado de estas iconografías -me encanta la Barbie Ofelia, por cierto-, y lo busco luego por documentos y hembras de fácil consumo. Una vez más, la realidad supera la ficción. No en vano Britney rima con Whitney, cuya versión patria sigue latente en nuestros corazones.