El sabio sostiene en sus brazos una única cosa: la humildad, y se
manifiesta a todo el mundo. Está libre de autoexhibición, y por tanto brilla; está libre de autoafirmación, y por tanto se le
distingue; está libre de jactancia, y
por tanto su mérito se reconoce; está libre de autocomplacencia, y por tanto
adquiere superioridad. No lucha, y por tanto, nadie en el mundo es capaz de luchar contra él.
Lao Tse
La sabia no se pronuncia y todo queda dicho
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